21 mayo 2008
Temperatura global desde 1990
Pongo arriba una actualización de la evolución de la temperatura media global. Desde Enero de 1990 hasta Abril de 2008 (recomiendo pinchar en la figura para verla más grande).
En las dos gráficas dibujo las diferencias de las temperaturas mensuales con respecto a las medias del período de referencia 1979-1998. La gráfica en rojo corresponde a las mediciones en superficie efectuadas con termómetros. Los datos los tomo del Instituto Goddard de la NASA (GISS). La gráfica en azul indica la evolución de la temperatura en la baja troposfera (entre 0 y unos 4.000 metros de altura). Los datos son de la Universidad de Alabama en Huntsville (UAH).
Después de unos seis o siete años muy estables (tras las perturbaciones de la erupción del Pinatubo en 1991 y del Niño de 1998), en este útimo año las temperaturas han bajado, especialmente en las mediciones de satélite (cuyo aparato MSU determina la temperatura del aire según la intensidad de la radiación en microondas del oxígeno del aire). El pasado mes de Abril, la media mensual de la baja troposfera se quedó sólo dos centésimas de grado (0,02 ºC) por encima de la media de Abril del período de referencia. Así que ahora estamos como hace 20 años y existe la posibilidad de que debido a la configuración que están tomando las corrientes oceánicas en el Pacífico Norte (la llamada PDO, Pacific Decadal Oscillation) y en el Atlántico Norte (AMO, Atlantic Multidecadal Oscillation) vayamos a estar así otros cuántos. Otro día hablo de estas oscilaciones.
11 mayo 2008
Lo que calienta el CO2
Hay que irse a la página 631 del último informe del IPCC para encontrar el dato importante de lo que se supone calienta el CO2. Según los modelos, la duplicación del CO2 , que se alcanzará allá por el año 2100 produce sin otros feedbacks añadidos un calentamiento de la temperatura del aire en superficie de tan solo 1,2ºC.
No me queda claro si se refiere a la duplicación del CO2, tal y como se escribe, o a la duplicación del CO2 equivalente, es decir, de los gases invernadero en su conjunto, metano incluído, en cuyo caso aún sería menos.
Da igual. Lo que según el IPCC aumentaría el calentamiento, hasta los 5ºC según algunos modelos, es el efecto invernadero causado esencialmente por el incremento de la humedad del aire y de las nubes altas que retienen el calor en la capa baja de la atmósfera.
Pero una de las mayores incertidumbres del funcionamiento del clima es precisamente ese: cómo afecta el calentamiento superficial a la humedad del aire y a la nubosidad en diferentes zonas del planeta. Se sabe por ejemplo, que en la troposfera tropical, por encima de los océanos y en especial por encima de los 2.000 o 3.000 metros, hay grandes contrastes de humedad entre unas zonas y otras. En unas zonas el aire asciende muy húmedo y en otras desciende muy seco.
En algunos sitios el aire asciende en poderosas torres de nubes cumuliformes llevándose hacia arriba el vapor de agua. Al ir subiendo el vapor acaba condensándose y gran parte de él, en forma ya de agua líquida, cae. Dependiendo de la mayor o menor violencia de las ascensiones, se forman nubes con más o menos agua precipitable. Las gotitas que no llegan a precipitar en los cúmulos se congelan en la alta troposfera y forman cirroestratos que se despegan de los cúmulos, se extienden en la horizontal y tienen un efecto de calentamiento extenso y notable, pues retienen la radiación infrarroja y apenas reflejan la radiación solar (su efecto invernadero es mayor que su efecto albedo).
Según la teoría de Richard Lindzen, si aumenta la temperatura del mar, aumenta la violencia de las ascensiones y las gotas de las nubes son más gordas, por lo que precipitan más y más rápido y dejan seca la alta troposfera, sin posibilidad de que se formen esos extensos cirroestratos desgajados de las columnas ascendentes. Por lo tanto se produce un feedback negativo. A más temperatura del agua del mar, menos cirros y, por lo tanto, enfriamiento. Una teoría que algunos dicen que se cumple y otros que no.
Lo que está claro es que las variaciones de la humedad del aire y del tipo de nubes en los trópicos, y fuera de los trópicos, depende no sólo de la evaporación provocada por la temperatura sino también de las precipitaciones. Así que, como sostiene Roy Spencer, las variaciones en la precipitación (por su efecto en el vapor de agua y en las nubes) pueden ser tanto una causa de las variaciones de la temperatura como un efecto. Con lo mal que se entiende aún la formación de las nubes y de las precipitaciones, y, sobre todo, con lo mal que se sabe pronosticar la lluvia, es ridículo atribuir a un determinado incremento del CO2 un determinado aumento de la temperatura.
Pero ridículos políticos, que de tanto hablar no han tenido tiempo de llegar a leerse la página 631, son los que dirigen el mundo.
ref: Roy W. Spencer: Global Warming and Nature's Thermostat
IPCC, Climate Change 2007 The Physical Science Basis, Cambridge University Press
No me queda claro si se refiere a la duplicación del CO2, tal y como se escribe, o a la duplicación del CO2 equivalente, es decir, de los gases invernadero en su conjunto, metano incluído, en cuyo caso aún sería menos.
Da igual. Lo que según el IPCC aumentaría el calentamiento, hasta los 5ºC según algunos modelos, es el efecto invernadero causado esencialmente por el incremento de la humedad del aire y de las nubes altas que retienen el calor en la capa baja de la atmósfera.
Pero una de las mayores incertidumbres del funcionamiento del clima es precisamente ese: cómo afecta el calentamiento superficial a la humedad del aire y a la nubosidad en diferentes zonas del planeta. Se sabe por ejemplo, que en la troposfera tropical, por encima de los océanos y en especial por encima de los 2.000 o 3.000 metros, hay grandes contrastes de humedad entre unas zonas y otras. En unas zonas el aire asciende muy húmedo y en otras desciende muy seco.
En algunos sitios el aire asciende en poderosas torres de nubes cumuliformes llevándose hacia arriba el vapor de agua. Al ir subiendo el vapor acaba condensándose y gran parte de él, en forma ya de agua líquida, cae. Dependiendo de la mayor o menor violencia de las ascensiones, se forman nubes con más o menos agua precipitable. Las gotitas que no llegan a precipitar en los cúmulos se congelan en la alta troposfera y forman cirroestratos que se despegan de los cúmulos, se extienden en la horizontal y tienen un efecto de calentamiento extenso y notable, pues retienen la radiación infrarroja y apenas reflejan la radiación solar (su efecto invernadero es mayor que su efecto albedo).
Según la teoría de Richard Lindzen, si aumenta la temperatura del mar, aumenta la violencia de las ascensiones y las gotas de las nubes son más gordas, por lo que precipitan más y más rápido y dejan seca la alta troposfera, sin posibilidad de que se formen esos extensos cirroestratos desgajados de las columnas ascendentes. Por lo tanto se produce un feedback negativo. A más temperatura del agua del mar, menos cirros y, por lo tanto, enfriamiento. Una teoría que algunos dicen que se cumple y otros que no.
Lo que está claro es que las variaciones de la humedad del aire y del tipo de nubes en los trópicos, y fuera de los trópicos, depende no sólo de la evaporación provocada por la temperatura sino también de las precipitaciones. Así que, como sostiene Roy Spencer, las variaciones en la precipitación (por su efecto en el vapor de agua y en las nubes) pueden ser tanto una causa de las variaciones de la temperatura como un efecto. Con lo mal que se entiende aún la formación de las nubes y de las precipitaciones, y, sobre todo, con lo mal que se sabe pronosticar la lluvia, es ridículo atribuir a un determinado incremento del CO2 un determinado aumento de la temperatura.
Pero ridículos políticos, que de tanto hablar no han tenido tiempo de llegar a leerse la página 631, son los que dirigen el mundo.
ref: Roy W. Spencer: Global Warming and Nature's Thermostat
IPCC, Climate Change 2007 The Physical Science Basis, Cambridge University Press
01 mayo 2008
Se pospone la catástrofe
Ya saben ustedes que cada cinco años, por cada cien mil moléculas de aire, la viciosa humanidad añade aproximadamente una de CO2.
Y que esta molécula y otras más de lo mismo que poco a poco iremos añadiendo —aunque son invisibles, inodoras y tóxicamente inofensivas— producirán tal efecto de calentamiento que acabarán destruyéndonos, no sólo a nosotros sino al planeta entero. Algunos, psicólogos del clima, ya lo notan. Dicen que se está volviendo loco.
Pues bien ...
Llevamos ya diez años en los que la temperatura media global no aumenta y esta semana la revista Nature publica un artículo de investigadores alemanes en el que se dice que en la próxima década es posible que tampoco.
La acción del mar, cuya circulación es aún una gran desconocida, puede ser mucho más relevante en los próximos diez años, o veinte, que las moléculas de CO2 que añadamos.
El artículo de Nature, titulado asépticamente "Advancing decadal-scale climate prediction in the North Atlantic sector", se refiere a la posibilidad de que el Atlántico Norte se enfríe debido a una ralentización de la corriente del Golfo o de lo que, en jerga científica, se llama MOC (Meridian Overturning Circulation). Ya veremos.
De todas formas, el disimulado título no ha logrado que pase desapercibido el artículo, en el interior del cual se habla de la implicación de la evolución oceánica en la tendencia de la temperatura global, poniendo en entredicho las prisas en descarbonizar el mundo.
Pongo arriba la evolución de la temperatura desde Enero de 1990 hasta el pasado Marzo en la troposfera, la capa baja de la atmósfera (de unos 10 km de espesor) en la cual se desarrolla el clima.
Abajo pongo un índice de la supuesta fuerza de la circulación termohalina (THC) (que es otra manera de referirse a lo mismo, MOC) (ver aquí: corrientes oceánicas). Se observa que la tendencia ascendente que se manifiesta desde 1970, y que ha coincidido con el calentamiento que siguió al enfriamiento anterior, puede cambiar a la baja en las próximas décadas y, por lo tanto, provocar de nuevo un enfriamiento.
ref.: N. S. Keenlyside et al., 2008, Advancing decadal-scale climate prediction in the North Atlantic sector, Nature, 1 de Mayo, 2008.
figura de arriba en Roy W. Spencer: Global Warming and Nature's Thermostat , interesante artículo que comentaré otro día.
figura de abajo en Jeff Knight et al., A signature of persistent natural thermohaline circulation cycles in observed climate, 2005, Geophysical Research Letters, VOL. 32, L20708, doi:10.1029/2005GL024233, 2005
para saber más de las corrientes oceánicas y circulación termohalina ver aquí