28 marzo 2009

El asunto está en China


Aunque se haga creer a la gente que el CO2 es un contaminante y que, por lo tanto, hace más daño cuanto más cerca esté uno de su fuente de emisión, es evidente que no lo es. En cualquier reunión de personas que respiren en una habitación, un bar, un teatro o una iglesia, la concentración de CO2 aumenta rápidamente y nadie se intoxica por eso. En las aulas es fácil alcanzar las 2.000 partes por millón al final de la clase, una concentración cinco veces superior a la del aire libre. "De pulmonía se han muerto muchos y de tufo nadie. Así que cierra la ventana" solía decirle a su hijo el padre de un amigo mío. *

Con respecto al efecto de calentamiento del CO2, dada la globalidad del sistema climático y la mezcla del aire, tanto importa que se emita aquí o allá, en la central térmica de carbón de toda la vida que hay en el pueblo de al lado (en mi caso, Pasajes) o en una nueva central térmica construída hace dos semanas en Sichuán.

Hablando de Sichuán, el avance industrial y social de China, y de India, se basa en un aumento muy significativo de la producción eléctrica y es el carbón su principal fuente. Barato, abundante y fácil de importar, es el combustible real más utilizado y que más crece y crecerá en esos grandes países, que saldrán fortalecidos de la crisis actual.

Pongo al lado una tabla con las predicciones de demanda de carbón en el 2030 y el crecimiento previsto en el período 2006-203o. Mientras Estados Unidos y Europa no aumentarán su consumo, China e India lo duplicarán.

El Protocolo de Kioto, cuya sustitución por otro será tratada a finales de este año en Copenhague, benefició a China de dos maneras. En primer lugar, China no quedaba obligada a ninguna reducción de sus emisiones, lo que favoreció que aumentase su competitividad en la industria que requiere una utilización intensa de energía- En segundo lugar, China pudo y puede aprovecharse de proyectos financiados por el extranjero que se supone contribuyen a la disminución de los gases invernadero. Por ejemplo, presas hidroeléctricas o incineradoras de residuos que evitan la emisión de metano. También molinos de viento, sin tener en cuenta que cada molino, tras la pintura blanca, está hecho de muchas toneladas de acero (unas 180 toneladas en uno de 80 metros) y que para fabricar ese acero ha sido necesario utilizar una gran cantidad de carbón y energía. Las empresas extranjeras que llevan a cabo esos proyectos son compensadas con cuotas de emisión de CO2, que pueden usar o vender en los países que tienen asignación de cuotas, como España.

No parece que los países occidentales estén dispuestos a seguir en el próximo tratado otorgando estas ventajas. Pero tampoco parece que estén dispuestos a aceptar que lo del CO2 y el clima catastrófico sea un cuento. Por eso, como ya lo hizo Sarkozy en su campaña presidencial, amenazarán con tasar a los productos de importación china con un nuevo impuesto referente a las emisiones de CO2 realizadas durante su fabricación. O eso, o obligarles a que vayan sustituyendo el carbón por centrales nucleares marca Areva, aderezadas, para disimular, con unos floreros solares y eólicos.

ref.
Tabla en : http://www.worldcoal.org/assets_cm/files/PDF/ecoal_january_2009.pdf
Clean Development Mechanism in China
Las torres eólicas de acero
Ibérica 2000, Mark Duchamp habla sobre las eólicas

* ps. me escribe un lector que aclare que el "tufo" del monóxido de carbono, CO, que puede desprenderse de un brasero, ese sí mata, y en ese caso sí que conviene abrir la ventana.