Desde Mayo hasta Septiembre, la fuerte actividad fotosintética de las plantas del hemisferio norte, ávidas de CO2, hace que su concentración atmosférica disminuya.
El año pasado, 2008, y este año, 2009, el descenso se ha prolongado durante un mes más, hasta Octubre, probablemente debido a que la quema de combustibles fósiles ha sido menor y no ha contrarrestado el plus de actividad clorofílica, es decir, de absorción de CO2, que la Tierra viene registrando desde hace años (a pesar de que la propaganda alarmista haga creer a la gente lo contrario, que la Tierra se está desertizando).
Pongo abajo la evolución de las emisiones de CO2 debidas a la quema de combustibles fósiles (en rojo) y también la evolución del incremento de CO2 en la atmósfera (en azul). Se observa, si se comparan las dos gráficas, que no coinciden: las emisiones (rojo) suben de forma bastante regular y son muy superiores a lo que se queda en el aire (azul). Además el incremento atmosférico (azul) lo hace de forma muy irregular, dependiendo de las corrientes oceánicas, de si hay Niño o no en el Pacífico, y dependiendo también de si ha sido un buen año climatológico para el conjunto de la vegetación global.