Desde hace cuarenta años (desde 1973) el consumo de energía per cápita en las casas de los estadounidenses no ha aumentado, a pesar de que en esos cuarenta años el espacio de vivienda per cápita se ha duplicado. A medida que el espacio habitable ha ido aumentando, lógicamente también ha aumentado el espacio per cápita necesitado de calefacción y aire acondicionado, así como el número de aparatos domésticos repartidos por más cuartos.
Sin embargo, las mejoras tecnológicas en la eficiencia de las calefacciones y del aire acondicionado y de otros aparatos como frigoríficos, lavadoras o televisores, así como el incremento del consumo eléctrico en las casas, en detrimento del consumo doméstico de madera, carbón, gas y fuel oil, han contribuido a este largo estancamiento en el consumo energético per cápita de los hogares.
Y otra razón importante es que a los americanos, como a casi todo el mundo, les gusta vivir en climas más cálidos y más secos, por lo que la emigración a los estados del sur ha aumentado.