El otro día por la mañana di una conferencia en la universidad sobre las variaciones a lo largo del tiempo del CO2 y del metano. Vitoria está a cien kilómetros de donde vivo y llegué demasiado pronto por miedo a no encontrar en dónde aparcar. Me senté en un banco al sol de un parque cercano para hacer tiempo. Manías mías : saqué de la maletilla el aparatito de medición de CO2 que llevaba conmigo. Ya hablé de él, con fotografía incluída, en otro post (co2: CO2 en la cocina).
No había viento. Me señaló 480 ppm. 480 partes por millón. 480 moléculas de CO2 por cada millón de moléculas del aire. Una cifra bastante alta para estar al aire libre, pues la media global anda este noviembre por poco más de las 390 ppm.
Al principio de una mañana en calma y en un parque qué gusto da respirar. Pero la concentración de CO2 siempre es alta, ya que a lo largo de la noche las plantas han seguido respirando y las hojas otoñales en el suelo han seguido descomponiéndose. Todo ello produce CO2 y, como durante la noche no funciona la fotosíntesis para absorberlo, su concentración es alta. Las pocas mediciones urbanas que se suelen hacer de CO2, pues el CO2 no es un contaminante y lo mismo da que haya 350 que 450 ppm, que 800, indican siempre que en los parques y por la mañana es en donde más CO2 hay.
Empezó la charla. Era en una sala muy moderna y se llenó. La calefacción estaba alta y me habían dicho que el edificio se calentaba geotérmicamente. Supongo que para demostrar la efectividad de la técnica, tan verde y renovable, los ventanales estaba herméticamente cerrados para que no se escapase el calor. Saqué de nuevo el aparatito y me señaló 580 ppm. Vaya. Para ser el principio de la mañana y que todavía la sala no hubiese sido utilizada era una medición algo alta (pero no demasiada —ahora mismo en mi cuarto, en donde escribo esto, hay 680 ppm — claro que todavía estoy en pijama y no he abierto la ventana — cuando lo haga y entre aire fresco, en tres minutos se ventilará y bajará por debajo de las 450 ppm— lo sé por experiencia).
A mitad de la charla, con la sala llena de escuchantes y todos respirando sin parar, empezó el sensor a pitar. No recuerdo si cuando estaba hablando de las ppm's del Paleoceno o del Mioceno ... Inadvertidamente lo había dejado encendido y ahora me avisaba con su impertinente sonido de alerta que la concentración había subido a las 2.800 ppm !!! Un record. Lo apagué, sonreímos y seguimos respirando. No lo volví a enchufar más.