El Gobierno de España gastó más de 800 millones en comprar derechos de CO2 entre 2008 y 2012, período clave de aplicación del Protocolo. Paradójicamente el Gobierno adquirió una gran cantidad de créditos a Polonia, que es precisamente el país europeo que más carbón utiliza en la producción de electricidad, cuando en realidad el fin del Protocolo fue tasar al carbón para hacer disminuir su producción y consumo.
Ahora empieza a contarlo El País. Hasta que no cambiaron su reportero de cambio climático, parece que no se enteraron.
Los periódicos de la derecha tampoco. Ocurre que el Protocolo de Kioto fue firmado por el gobierno de José María Aznar, con Jaume Matas de Ministro de Medio Ambiente y Mariano Rajoy de vicepresidente. Para ser más ecologista que nadie en la salvación climática del planeta, el gobierno de entonces firmó un compromiso por el cual el país económicamente más perjudicado en los compromisos contraídos fue España, después de Japón, que el año pasado hizo mutis por el foro y se salió del Protocolo.
Luego la izquierda de Zapatero hizo suyo lo pactado por la derecha y siguió comprando cuotas de emisión y pagándolas con gozo ecológico.
En la firma del Protocolo, España se comprometió a no superar en un 15 % el CO2 que emitió en1990, año que se fijó como referencia en el Protocolo. Misión carísima y casi imposible de lograr si no llega a ser por la crisis. En 2012 emitió un 22,8 % más que en 1990.
Por el contrario el conjunto de Europa se comprometió a reducirlas en un 8 % y lo cumplió con facilidad. ¿Por qué ? Porque el año base que se tomó como referencia fue 1990. Así que Alemania, gracias al cierre de mucha industria pesada tras su reunificación con la parte oriental, rebajó sus emisiones de forma natural un 27,5 %; el Reino Unido gracias al abandono del carbón desde los tiempos de la conservadora Thatcher y su apuesta por el gas y la energía nuclear, también las rebajó un 27,5 % y Francia, gracias a su opción de electricidad nuclear, las rebajó un 12,1 %.
En todo este tiempo, a pesar de la nefasta política española y europea, el CO2 de la atmósfera no ha dejado, gracias a Dios, de seguir aumentando.
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