De las pocas cosas que recuerdo de mi niñez, me acuerdo de una emocionante excursión del colegio que hicimos desde San Sebastián hasta Lacq, en Francia, cerca de Pau, para visitar las instalaciones de extracción de gas.
Hoy Francia se ha vuelto nuclear y ecologista. Vota en su Parlamento este miércoles una condena de las prospecciones de gas no convencional, o lo que los franceses llaman "gaz de schiste", debido al tipo de roca, esquistos ("shale"), donde es más normal encontrarlo. Todos los partidos políticos, desde la extrema derecha de Marine Le Pen hasta la extrema izquierda de José Bové, son partidarios de prohibir los métodos de fracturación de los estratos rocosos mediante los cuales se extrae el gas.
Danielle Mitterrand, la viuda legal del presidente Mitterrand, prefirió ayer manifestarse ante el Parlamento sobre este asunto antes que asistir a ninguno de los numerosos homenajes que se celebraron en Francia en recuerdo de la histórica victoria electoral de la izquierda hace 30 años. Dijo Danielle :
"Il faut éradiquer complètement l'exploitation des gaz de schiste. On ne va pas encore traumatiser la Terre qui déjà n'en peut plus de nous supporter". Semejante ñoñez no la voy a traducir.
Mientras tanto Polonia, a imitación de Ucrania, y siguiendo el ejemplo americano (el del norte, Estados Unidos, y el del sur, Argentina) se apresta a explotar yacimientos que le librarán de la dependencia de los rusos de Gazprom.