En cualquier negociación internacional de reparto de emisiones de CO2 que quiera ser justa debería tenerse en cuenta no sólo lo que un país emite sino también lo que un país absorbe. Pero ocurre que todavía no se sabe muy bien lo que cada territorio absorbe, aunque se hacen progresos rápidos, gracias a estudios en tierra y por satélite. Una vez que se sepa lo que absorbe cada territorio, las negociaciones serán todavía más complicadas, pues especialmente Europa saldrá muy perjudicada frente a Estados Unidos y a Rusia, sobre todo.
Alrededor de unas
100 Gigatoneladas de carbono (unos 100.000 millones de toneladas) son intercambiados todos los años entre el aire y la biosfera continental (vegetación y humus de los suelos). Por una parte, la vegetación absorbe carbono, en su forma de CO2, por medio de la fotosíntesis, y por otra, la vegetación y los suelos emiten CO2, por el proceso de la respiración y descomposición de la materia orgánica. Sin embargo, el intercambio no es del todo equitativo y es más el carbono que absorben las plantas y los suelos que el que emiten. Esto sin tener en cuenta lo emitido en los incendios forestales (unas
2 Gigatoneladas), ni lo emitido en la quema de combustibles fósiles (unas
8 Gigatoneladas).
En el mapa de arriba se muestra este intercambio neto fotosíntesis/respiración calculado por el equipo de "carbon tracker" (rastreador de carbono) de la NOAA para los años 2001-2008. Aparecen en azul las zonas en donde es más el carbono absorbido que el emitido y en rojo, en donde, debido sobre todo a la deforestación, se emite al aire más carbono que lo que se absorbe. En total, la estimación final, tras cotejar datos de satélite, datos de tierra y modelos, establece que los continentes se quedan con 3,89 Gigatoneladas al año , aunque los valores tienen una incertidumbre grande.