30 octubre 2007

... y el CO2



Mientras que a los periodistas españoles se les cae la baba con Sarkozy, quien, a cuenta de salvar al planeta del peligro del CO2, va poniendo centrales nucleares y vendiendo por todos los azimuts el uranio enriquecido que fabrica su novia Areva, aquí, en este puto blog, sigo hablando de curvas pleistocénicas y holocénicas, intentando así salvar de la hoguera, ingenuo de mí, al condenado CO2.

Puestos a comparar parecidos, la curva del metano en los últimos 60.000 años (antes de 1750) se parece más a la curva de la temperatura que la del CO2. Las gráficas llegan hasta 1750, porque desde entonces, el progreso humano ha hecho aumentar la concentración de metano (CH4) en la atmósfera de unas 0,6 ppm (partes por millón) a aproximadamente 1,7 ppm (un incremento de casi el 300%) y la del dióxido de carbono de unas 280 ppm a unas 382 ppm (un incremento de casi el 30%).

Lo que me interesa hoy es mostrar, como continuación del post anterior, que en la época glacial y durante la desglaciación la curva del CO2 se parece, pero menos que la del metano, a la de la temperatura. La pongo arriba.

Por ejemplo, durante los episodios de brusco calentamiento, ocurridos durante la glaciación y especialmente en el hemiferio norte, el CO2 responde, pero de forma más amortiguada y lenta que el metano. Esos episodios cálidos (Dansgaard-Oeschger) se deberían probablemente a cambios en las corrientes oceánicas, influenciados quizás por cambios en la insolación.

Es interesante, y poco comentado, que durante el último episodio muy frío del Younger Dryas (entre el 13.000 y el 11.500 antes del presente), que se originó probablemente en el Atlántico Norte y luego afectó a casi todo el planeta (no a la Antártida), la concentración de metano decreció, como se ve en la gráfica del post anterior, y sin embargo, a pesar del enfriamiento, la del CO2 siguió aumentando.

En la época glacial, la concentración de CO2, como la del metano, la del vapor de agua, la del óxido nitroso, etc, responde también a los cambios de temperatura. A diferencia del metano y del óxido nitroso, que es de procedencia continental, el incremento del CO2 durante los períodos de calentamiento es de procedencia oceánica.