Qué cosas pasan. Hace dos años, mientras la izquierda entera clamaba contra Bush por no haber firmado el Protocolo de Kyoto, el gobierno de Belcebú nombraba Secretario del Tesoro a Henry Paulson, presidente ejecutivo de Goldman Sachs, el banco de inversión más favorecido precisamente por el sistema del comercio de emisiones de Kyoto.
En el comercio global de emisiones de carbono, que en la primera mitad del año 2008 ha movido ya 59.000 millones de dólares, es Goldman Sachs quien por arte de birlibirloque ha llegado a la cima de las inversiones. A pesar de eso, por otros negocios raros ahora al descubierto, el buque, en altamar, está que se hunde. No importa. Ahí está el capitán Henry Paulson, en el muelle, dirigiendo las operaciones de salvamento. Por algo fue el primero que abandonó el barco.
Hace un mes la revista Fortune (aquí ) explicaba otra de las ocurrencias de negocio raro a costa de Kyoto. Esta vez por parte de JPMorgan, y que consiste en vender cocinillas, millones de cocinilllas, por tierras de Africa y Asia.
Resulta que millones, cientos de millones de habitantes pobres de este planeta, cocinan de forma ineficiente haciendo hogueras de cualquier manera. Si lo hiciesen con unas cocinillas modernas, que JPMorgan les suministraría, emitirían mucho menos CO2 . Entonces JPMorgan, gracias al magnífico Protocolo de Kyoto, se encargaría de vender esa no-emisión virtual, ahorrada por el cambio de hoguera a cocinilla, a la gente occidental que necesita emitir más CO2 que el que le corresponde por Kyoto, por ejemplo al gobierno de los generosos españoles. De esta forma JPMorgan pagaría las cocinas, baratitas, y los españoles, vía gobierno, pagaríamos los créditos de emisión de CO2 a JPMorgan, mucho más caros.
Por supuesto que sin Kyoto, y tipo Domund, si regalásemos directamente las cocinillas a las misiones de Africa, nos saldría mucho más barato.