En las antípodas de Europa, Australia desarrolla una política imparable de producción y exportación de carbón. Suministra gran parte de la energía que China y la India necesitan (figura: consumo global de carbón 1980-2030).
Era una contradicción, hasta ayer, que el laborismo actualmente en el gobierno pusiese trabas al consumo propio. Sólo se basaba en la pura demagogia dirigida al elector joven y progre, pues el consumo de carbón del país no representa apenas nada con repecto a la cantidad de carbón exportado. Se supone que el efecto del CO2 es global y da lo mismo que sea emitido aquí o allá.
Pero ha llovido mucho en Australia y el miedo al apocalipsis del CO2 ya no es políticamente tan rentable. Leo ahora que el primer ministro australiano retira hasta después del 2012 su propuesta de reducción de emisiones.