Durante el año 2007 había que pagar muy poco por emitir CO2, unos céntimos de euro por tonelada. Ese año el carbón, en parte nacional y en parte importado, fue la principal fuente de electricidad en España. También lo había sido en los años anteriores. En concreto, en el año 2007, las compañías eléctricas españolas produjeron 71.833 GWh (gigawatioshora) a base de quemar carbón en las centrales térmicas (el 27,4 % del total eléctrico producido).
Pero el 1 de Enero del 2008 entró en vigencia la segunda fase (la seria, 2008-2012) del Protocolo de Kioto. Bruscamente, desde ese día, había que pagar por las emisiones de CO2 más de 20 euros por tonelada. Las compañías eléctricas decidieron (ya lo habían decidido) prescindir del carbón y utilizar más gas, ya que emite la mitad de CO2 que el que emite el carbón por cada kWh producido. Se redujeron drásticamente las importaciones y también el uso del carbón nacional.
Así, a lo largo del año pasado, 2008, la producción eléctrica a base de carbón disminuyó en 25.550 GWh mientras que la basada en el gas (ciclo combinado) aumentó en 23.147 GWh. Nos dicen que la reducción del carbón fue debida al aumento de la eólica. Una vez más nos quieren engañar. La eólica aumentó en 4.172 GWh, es decir, ni la sexta parte de lo que perdió el carbón.
Ahora tenemos un problema. Sobra el carbón que se produce en las minas de España. Hay más de 10 millones de toneladas de carbón almacenado y sigue aumentando el stock. Es una contradicción de la que apenas nadie quiere hablar. Se extrae carbón y no se utiliza. La derecha pronuclear porque debería admitir lo que no quiere, que con echar más carbón a las calderas de las centrales térmicas no haría falta ni Garoña ni construir ninguna central nuclear más. Y la izquierda porque está atrapada por su demagogia ecologista, a excepción de alguna voz solitaria de IU por tierras asturianas (ver referencia). Una voz cuya rebeldía no llega a tanto como para hablar claro y denunciar al Protocolo de Kioto como responsable del problema.
ref.: