A pesar de la propaganda desmoralizadora que día tras día, en periódicos y telediarios, culpa al progreso industrial —y en concreto al aumento del consumo eléctrico— de que tengamos una atmósfera cada vez más irrespirable, lo cierto es lo contrario.
Pongo arriba una gráfica con el aumento del producto interior bruto en EEUU en las dos últimas décadas, el cual ha ido acompañado de un aumento considerable en la producción eléctrica, frenado con la crisis actual. Este aumento de la electricidad ha provenido fundamentalmente de una mayor eficiencia de las plantas térmicas, especialmente de las de carbón. El carbón aporta más o menos el 50 % de la electricidad en Estados Unidos y no tiene visos de disminuir, al menos en las dos próximas décadas.
Pero a la vez que la producción eléctrica ha ido en aumento, los contaminantes asociados a la quema de combustibles fósiles, óxidos de azufre y óxidos de nitrógeno, se han reducido drásticamente, gracias a las mejoras técnológicas de las turbinas. Del tema de las lluvias ácidas con el que se nos asustó tanto en la década de los 80 ya ni se habla.
Las atmósferas irrespirables se localizan precisamente en los lugares de alta densidad de población a donde no han llegado todavía los eficientes métodos modernos de producción de electricidad. Pero mal que les pese a los oscurantistas de aquí —que desgraciadamente son mayoría—las gentes pobres de Asia, Africa y Latinoamérica, gracias al uso masivo del carbón en centrales térmicas modernas, tendrán también cada vez más luz y mejor aire.