22 marzo 2010

Atunes rojos, reales


La pasada semana se reunió en Doha, en Qatar, la Comisión Internacional para la Conservación de los Atunes Atlánticos (ICCAT). Decidieron, al parecer, lo contrario: no conservar el atún rojo, o cimarrón, del que según los científicos sólo queda un 15 % , por culpa principalmente de las exportaciones a Japón en donde un puñado de millonarios paga barbaridades por cada pieza pescada e importada.

La reunión fue presidida por Libia, que decidió que no habría debate previo a la votación. Aceptado. A continuación Islandia propuso que la votación fuese secreta. Aceptado. Por amplísima mayoría, la proposición de Mónaco de prohibir la exportación de los atunes que se pescan en el Mediterráneo fue rechazada. A mayor gloria de la Unión Europea, de España y de su presidencia. En TVE lo presentaron como una victoria para los intereses de España.

Pero nada, ahora comienza la primavera y ya pronto será tiempo de medusas, de subida del mar y de los peligros del calentamiento de las aguas del Mediterráneo. Y de esto sí que se llenarán páginas de vacías soflamas. Una tinta de calamar, eso es lo que es el cambio climático.

Hoy, en un magnífico artículo de John Carlin, en El País, que me ha alegrado la mañana, se distinguen los patológicos miedos virtuales, entre ellos el del cambio climático, y los problemas reales, presentes. Los del síndrome climático echarán la culpa de la degradación de la vida en el Mediterráneo, incluídos los atunes, al calentamiento. Arriba pongo las anomalías térmicas de la superficie de sus aguas hoy, no dentro de 100 años.