La revista Nature se vale hasta de este chiste para promocionar la majadera idea de que el CO2 es un contaminante. Apareció hace poco ilustrando una carta de un profesor francés de ecología que escribía a Nature angustiado, el pobre hombre, porque por culpa de sus viajes en avión para asistir a congresos había causado en un año la emisión de 9 toneladas de CO2. Y eso que él no tenía coche, ni Renault, ni Peugeot, ni Citroen. Pobre francés. Eso sí, modestia aparte, al final de la carta dice: "... sin embargo, como me dijo hace quince años un militante ecologista, la Industria se alegraría mucho si no asistiéramos a congresos y reuniones porque rehusamos montarnos en aviones".
El título de la carta es "Paradoja de volar a congresos para proteger el medio ambiente". El chiste, que me imagino lo ha puesto la editorial, muestra una avioneta con la pancarta de "salvar los árboles" a la vez que echa un humazo negro que los daña. Como es un chiste, a Nature no le importa confundir al CO2 con los auténticos contaminantes y suponer que a los árboles les hace daño el CO2 ...
Cada vez que respiramos absorbemos aire que tiene 380 millónesimas partes de CO2 y lo expulsamos con una concentración de 50.000 millonésimas. Sin necesidad de ir en avioneta, andando, eso es lo que hacemos. Y si el CO2 daña a los árboles debería prohibírsenos ir al bosque a por setas. Por los árboles.
ref. David Grémillet, Paradox of flying to meetings to protect the environment, Nature, 30 Octubre 2008