He ido y vuelto de un viaje al norte de Italia que he hecho en coche a mi manera, utilizando carreteras secundarias, improvisando, volviendo para atrás a veces y parándome donde me ha dado la gana. De esta forma el recorrido lo he hecho largo y, como he ido solo, he emitido
per cápita una generosa cantidad de CO2 que, de decirla, escandalizaría a cualquier ecolelo. Vivan los viajes lentos, serpenteantes, contemplativos, silenciosos ... En un cómodo automóvil, claro.
De lo mejor del viaje ha sido recorrer el jardín que es Francia sin avistar apenas ningún molino de viento. Pero ya estoy aquí, en este país cazurro, de empresarios y dirigentes cazurros, con 18.400 aerogeneradores gigantes plantados por todas partes y, lo que es peor, girando. Si al menos se estuviesen quietos !