A los huracanes les ponen nombre y se hacen famosos. Sin pruebas y sin razón, se les relaciona con el calentamiento global. Este verano fue el año de Irene. El alcalde de Nueva York cerró la ciudad con alarmas rojas y estruendos de sirenas. Las olas iban a inundar Mahattan. Pero pasó Irene y no pasó casi nada. Bueno sí, cien árboles cayeron en Central Park por culpa del viento.
Ahora, el domingo pasado, por una nevada anónima, que no merece nombre, han caído mil. Ha sido la nevada
más tempranera desde que se tienen datos meteorológicos en Nueva York. Los árboles caducifolios tenían este domingo todavía muchas hojas en sus ramas. El peso de la nieve acumulada en ellos los derrumbó. Por culpa del calentamiento global ...