06 marzo 2011

Flujos de CO2


Intercambio medio anual neto de CO2 entre la biosfera terrestre y la atmósfera durante el período 2001-2009. Representa el intercambio de carbono entre la fotosíntesis (del aire a la biosfera) y la respiración y el fuego (de la biosfera al aire). No incluye las emisiones de combustibles fósiles. El color azul indica las zonas en donde ha habido un aumento neto de carbono en la biosfera y el color rojo, por el contrario, las zonas en donde la biosfera ha perdido carbono. (CarbonTracker 2010)

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Gracias al CO2 hay primavera. Todos los años, de mayo a septiembre, disminuye la concentración de CO2 en la atmósfera. Durante estos meses la absorción de CO2 por parte de la vegetación terrestre es tan intensa que supera con creces al conjunto de lo emitido por la respiración de plantas y animales y a lo emitido en la quema de combustibles fósiles. Su concentración atmosférica disminuye a la vez que en el suelo aumenta el verde.

Aunque normalmente se le considera un gas maléfico, el CO2 es la fuente del carbono de la materia orgánica. La función clorofílica, en la cual el CO2 que absorben las hojas se une al agua que succionan las raíces, es la principal reacción química de la superficie terrestre. El carbono no sólo es esencial en las plantas sino que también forma el 18 % de la materia corporal de los seres humanos. Su combustión metabólica es además la que nos suministra calor y energía.

A partir de septiembre las cosas cambian. Cuando llega el otoño, la descomposición de la materia orgánica de hojas y ramas, a la que se añaden las emisiones humanas, hace que la concentración de CO2 de nuevo aumente. Más de lo que ha disminuido en los meses anteriores.

Sin embargo, en el cómputo anual, la cantidad de CO2 emitido por los humanos es mayor que el incremento que se mide en el aire. Pasa eso porque una gran parte del carbono que emitimos va a engrosar año tras año la biomasa terrestre. Gracias a la combustión de gas, petróleo y carbón, las primaveras del planeta pueden ser cada vez más verdes. Siempre que no actúen, con demasiado descaro, las motosierras.