La temperatura global media del aire en la superficie terrestre durante el siglo pasado, parte del anterior y parte de éste, ha seguido probablemente una evolución parecida a la de la curva que publica el Servicio Meteorológico Británico en conjunción con la Universidad de East Anglia.
El siglo XX ( de la curva en el XIX no hay que fiarse demasiado) se caracteriza por una subida de unas 8 décimas de grado ocurrida en dos períodos de unos 25 años cada uno: 1922-1945 y 1975-1998.
En las explicaciones oficiales del IPCC, la primera subida, 1922-1945, suele atribuirse fundamentalmente, al incremento de la intensidad solar. Entonces, las emisiones de CO2 eran muy pequeñas y no queda más remedio que atribuirla a otras causas. El Sol puede ser una. Puede.
Luego, acabada la segunda guerra mundial, el estancamiento térmico de 1945-1975, es atribuído al efecto "enfriador" de las emisiones contaminantes de azufre que ensombrecen la atmósfera y contrarrestan a la emisión de CO2, que ya entonces, debido al desarrollo industrial occidental y soviético, era importante. Hace falta creérselo, pero para eso están los modelos.
Posteriormente, entre 1975 y 1998, según la teoría oficial, el calentamiento provocado por las emisiones de CO2 superaron de nuevo el efecto de la suciedad sufurosa, que disminuyó, y de nuevo hubo un período de calentamiento.
Ahora, lo que causa perplejidad a los teóricos que atribuyen el calentamiento al CO2 es que las temperaturas llevan sin aumentar una decena de años, desde 1998. No se sabe por qué. Y si no sabemos esto, menos sabemos aún cómo evolucionará la temperatura media global en la próxima década.
Ni idea.Por eso resulta tan ridículo el objetivo que se han propuesto los mandamases políticos occidentales de —a base de controlar las emisiones de CO2— hacer que la temperatura global media no aumente más de 2ºC, cifra mágica que se inventó Merkel y que pomposamente suelen citar. No sé si son más creídos que idiotas, o al revés.