Llueve igual, en algunos sitios más y en otros menos, dependiendo de los años. A veces, de las décadas. No hay ninguna región del mundo que se esté inexorablemente desertizando, ninguna, ni tampoco lo contrario, que esté quedando anegada por las aguas. Que los plátanos estén tranquilos. El denostado cambio climático no se ha manifestado en este elemento meteorológico fundamental, la lluvia. Aunque digan que sí. Porque lo dicen sin tener ningún dato consistente. Y aunque, aún más absurdos, le echen la culpa al maleficio mágico del CO2.
Pongo arriba el mapa de precipitaciones del 2008. En verde, los sitios en los que llovió más (por ejemplo, en el Sahel) y en marrón, los sitios en los que llovió menos (por ejemplo, en Argentina y Uruguay). Me saca de quicio que utilicen estas desviaciones regionales y temporales para alimentar el catastrofismo climático.
Pongo abajo la gráfica de las anomalías de las precipitaciones anuales globales desde 1900 hasta el presente. Nada especial. Acaso quizás un aumento.