Paradójicamente —para estos tiempos en que todo se atribuye al "calentamiento global"—, tormentas del mismo tipo que la que afecta estos días al nordeste de Estados Unidos se daban probablemente con mucha más frecuencia e intensidad en los tiempos glaciales.
Se sabe que en la época del máximo glacial, hace unos 22.000 años, un enorme manto de hielo, el manto Laurentino, que llegaba a tener en su parte central más de 3.000 metros de espesor y cuyo volumen total de hielo superaba al que recubre hoy la Antártida, cubría todo Canadá y llegaba por el sur hasta Nueva York.
¿ Pero de dónde provenía la humedad suficiente para formar ese enorme volumen de hielo ? La humedad procedía en su mayor parte del Océano Atlántico y en especial de las masas de aire tropical que subían hacia el norte, como está siendo el caso estos días. Para aportar el suficiente vapor de agua se cree que durante el tiempo de creación de los mantos de hielo, la superficie del mar, y especialmente la tropical, debió mantenerse cálida.
Los cálculos indican que, por la rapidez de acumulación de los hielos, se necesitaban tormentas de nieve mucho mayores y más frecuentes que las que hoy día suelen afectar al Quebec y al nordeste de Estados Unidos. Esas tormentas de nieve, diez veces más intensas que las actuales, debían estar asociadas a frentes muy activos provocados por el contraste entre las masas polares de aire frío que procedían del continente americano y las masas de aire húmedo y templado que se formaban sobre el océano Atlántico.
Por lo tanto, las tormentas "perfectas" han existido desde hace miles de años y siempre han tenido causas complejas y efectos paradójicos, de los que la paleoclimatología da innumerables muestras ... pero será difícil que los gobernantes demócratas, especialmente en estos días de elecciones, no acaben echando la culpa del fenómeno de una forma simplista al incremento antropogénico de CO2 y al humano "calentamiento global", para de esta forma aprovecharse de la posible catástrofe natural, meter miedo y arañar demagógicamente los votos que les hacen falta.
referencias :
Marcel Leroux, Global Warming - Myth or Reality?: The Erring Ways of Climatology (Springer Praxis Books / Environmental Sciences), 2005, p. 200
Jean Claude Duplessy-Pierre Morel, Temporal sobre el Planeta,Acento Editorial, 1993, p.122