El capítulo 5 del libro de Claude Allègre, titulado "La creación del mito", me ha resultado apasionante. Quizás porque sigo este asunto desde hace décadas y conozco, como lector y aficionado a conferencias y congresos, a casi todos los personajes, de un bando y otro, de este drama. Con algunos he tenido el gusto de compartir mesa y almuerzo, incluso.
El capítulo, un diálogo entre Allègre y el excelente periodista de Montvalon, es largo, porque ningún mito se ha creado en una tarde (la idea del apocalipsis climático no es una conspiración, es un mito y, por lo tanto, asunto de origen más difuso y complicado, que abarca actores de la ciencia, de la política, de los negocios, de la religión, del arte, etc).
A lo que voy (aprovechando la excusa de la conferencia sobre seguridad nuclear que ha organizado Obama):
Claude Allègre es un valiente. A pesar de ser francés y partidario de la energía nuclear, cuenta en su libro cosas como éstas:
Le pregunta el periodista: " Durante mucho tiempo estas querellas de expertos tuvieron poca influencia en el mundo político. ¿Cómo es que la teoría del calentamiento, por no decir la ideología del calentamiento, pudo penetrar en ese mundo?"
Y responde Allègre: " El acto fundacional se produjo, parece ser, en Suecia. Un geoquímico de la atmósfera, Bert Bolin, que seguía desde el principio las mediciones de CO2 en Hawai, publicó durante los años 60 una serie de artículos científicos alertando de los peligros potenciales del CO2. Da la casualidad de que era amigo desde la escuela y compañero de tenis del primer ministro sueco socialdemócrata Olof Palme. Hacia 1973, éste quiso que se implantaran en su país veinticuatro reactores nucleares. Chocó con la oposición de los movimientos verdes que entonces eran ya muy poderosos en Suecia. Palme utilizó ante el público y en el Parlamento sueco los argumentos de su amigo Bolin de que el CO2 era más peligroso que lo nuclear (...) "
Otra. Más adelante. Conferencia de Río en 1992. Pregunta el periodista: "Lo que también tiene su importancia en esa época, nos ha dicho usted, son los terribles accidentes de Three Mile Island y de Chernóbil ..."
Y responde Allègre: " No voy a ser diplomático. El mundo de la energía nuclear, sacudido y desestabilizado por estos dos dramas, vio de repente surgir la oportunidad de rehacerse. Por una razón simple: la nuclear no emite CO2. El lobby fue discreto, pero su acción para propagar la idea del calentamiento imputable al hombre no es despreciable. No es un azar el que en Francia, uno de los apóstoles del "catastrofismo carbonáceo" fuese Jean Jouzel, ingeniero del Comisariado de la Energía Atómica (CEA). Un organismo del que yo he sido un gran defensor, pero que creyó que hacer campaña del global warming iba a servirle." (Jean Jouzel es ahora vicepresidente del IPCC).
Así, sueltos, extraídos del largo texto sobre la creación del mito, pueden parecer chismes, pero yo creo que tienen su importancia, para ahora y para el futuro.
ref. : L'imposture climatique. Claude Allègre (avec Dominique de Montvalon). Ed Plon.