23 febrero 2012

Espacios aéreos


La Unión Europea quiere imponer a las compañías aéreas un pago, o gastos de cuotas de emisión, por el CO2 emitido en todos los aviones que lleguen o salgan de Europa en función del recorrido total que hagan. Así, por ejemplo, en un trayecto de Pekín a Londres es la Unión Europea la que se queda con el pago del CO2 que emite el avión en el cielo de China y en el de Rusia, que ha atravesado antes de su llegada, además del de la propia Europa.

Las compañías aéreas no han puesto demasiadas pegas, pues al parecer los burócratas de Bruselas les han prometido otorgarles muchas cuotas de emisión de forma gratuita con las que, si quieren, podrán comerciar en vez de utilizar, tal y como se acepta en el absurdo Protocolo de Kioto (en el que ya no participan ni los de Kioto).

Pero los gobiernos de China, Rusia, India, Estados Unidos, Brasil y otros, han protestado ante esta ingerencia europea en la soberanía de sus espacios aéreos. El gobierno de China ha prohibido tajantemente a sus compañías entrar en este juego. El gobierno de Rusia amenaza con no dejar volar a las compañías europeas sobre Siberia.

El deseo de los ecolo-burócratas de Bruselas que nos dirigen desde hace tiempo es imponer un impuesto global de CO2 a todo, pues en cualquier mercancía o servicio se puede encontrar la famosa "huella de carbono". Lo que exigirá una ingente cantidad de cálculos, de reuniones, de congresos, de comisiones y de papeleo. Un trabajo infinito, interminable. El colocón del burócrata.