24 marzo 2011

A más calor, más aridez: una equivocación muy frecuente

Concentración de polvo en el hielo de la Antártida (en rojo) (sondeo
Vostok) durante los cuatro últimos ciclos glaciales y evolución térmica global aproximada

Uno de los equívocos climáticos más propagados es que en la Tierra el calor trae la aridez y el frío trae la humedad. No siempre es así. La historia del clima muestra que lo más frecuente es lo contrario.

Durante las glaciaciones del Cuaternario, el frío vino acompañado a escala global, con excepciones regionales, por una mayor aridez, debido a la ralentización de la evaporación y de la lluvia en mares y continentes. El viento y la erosión eólica fueron durante la glaciación más intensos en todas partes. Espesos depósitos de polvo amarillento (loess) de aquella época recubren vastas llanuras del norte de Europa y, sobre todo, de China. Los ice cores, sondeos en el hielo de Groenlandia y de la Antártida, contienen también en las capas correspondientes a la nieve de las glaciaciones mucho más polvo que en las correspondientes al período actual (arriba).

Se sabe que durante los tiempos glaciales el desierto del Sahara era bastante más extenso que hoy, tanto por el sur como por el este, y que, por el contrario, en épocas neolíticas recientes, más cálidas, se encogía y sus márgenes reverdecían. En Europa, durante las glaciaciones, las tierras ribereñas del Mediterráneo estuvieron ocupadas por una vegetación esteparia y seca.

En general, del estudio de los yacimientos de polen, del análisis de los paleosuelos y de los sedimentos glaciales, se deduce que hubo durante la última glaciación, que acabó hace unos 12.000 años, un gran empobrecimiento de la biomasa terrestre. No sólo por el frío, sino también por el bajo nivel de CO2, tan bajo (unas 200 ppm, la mitad que el actual) que reducía la fotosíntesis. En Africa tropical una parte de las selvas del Congo y de Guinea se convirtió en sabana. La vegetación arbórea de la selva tropical resistió tan sólo en las riberas de los ríos y en algunos lugares costeros favorecidos por la topografía. Lo mismo ocurrió en la Amazonia. También en las altas mesetas de Africa Oriental, en Kenia y Tanzania, se produjo una reducción de las precipitaciones de un 30 %, lo que unido a una disminución de la concentración de CO2 hizo que la línea superior de la vegetación arbórea estuviera unos cientos de metros más baja que lo que está hoy.

Frío, aridez, poco CO2, mucho ecologista, una tristeza.


ref.: Petit J.R. et al. 1999, Climate and atmospheric history of the past 420,000 years from the Vostok ice core, Antarctica, Nature, 399, 429-436